José Manuel Sánchez de 43 años ha partido de la finca de la Hinojosa, Huertas de Ánimas en Trujillo, Cáceres, el pasado 14 de mayo, para realizar la trashumancia a pie en busca de pastos, con un recorrido de 600 km haciendo una media de 20.km diarios, hasta la localidad de Acebedo, Riaño en las montañas leonesas. Huye de la gran sequía extremeña con su rebaño de 1.700 ovejas merinas puras y le acompañan su padre José Manuel, su tío Luis, José que es el pastor que trabaja con él y Paco, Ricardo, y Raúl que son unos amigos de Cuenca.
Mari su tía, es la encargada del coche de apoyo con remolque y una gran cocinera; hace la compra y prepara la comida para todos.
La seguridad del rebaño ésta a cargo de una cuadrilla de 14 perros: 10 mastines y 4 careas. Entre sus nombres están el Tinto, Valiente, Palomo, Serrana y Guerrera y la compañía de una noble y tranquila burra de doce años de nombre Cabila que trasporta los enseres más necesarios como alimentos y bebida de los pastores. Todas las jornadas transcurren desde las seis de la mañana, hasta las nueve de la noche, haciendo una parada para el avituallamiento.
La ruta la encabeza un bonito ejemplar cabestro que se encarga de dirigir el gran pelotón de ovejas, todas muy bien esquiladas y sanas que sin duda van a soportar la dura trashumancia hasta tierras leonesas.
La ruta ésta montada con la ayuda de su amigo Francisco Morgado Gales, quien conoce el recorrido de las Cañadas Reales, pistas y carreteras asfaltadas. Durante los primeros 12 días, han pasado por las localidades de Trujillo, Puerto de Miravete, Alcaraz, Navalmoral de la Mata, Oropesa (Toledo), Arenas de San Pedro, para pasar la noche en la localidad de Cuevas del Valle, para al día siguiente afrontar la histórica calzada romana hasta el Puerto del Pico. Llevan dos días con mucha lluvia y eso les complica la marcha de la ruta porque el suelo está muy mojado y hay mucha niebla. La décima tercera etapa se hace más duro, porque José Manuel ha sufrido un esguince en el tobillo izquierdo y camina con cierta dificultad, pero no piensa en ello porque le acompaña una gran ilusión de realizar esta aventura en compañía de su padre y en recuerdo de su abuelo; ambos también lo hicieron hace tiempo.
El rebaño sigue caminando, comiendo el abundante pasto verde que hay en el monte, cruzando arroyos y mientras lo hace, va dejando tras sí un aroma a tomillo y toda clase de plantas aromáticas. Hoy es un día especial; es sábado 27 de mayo y no solo es día de reflexión para las elecciones del 28, sino que también reciben la visita de su mujer María del Carmen García Gallego y de sus dos hijo, José Manuel y Cristina junto con otros familiares. Aprovechan la ocasión para comer todos juntos a los pies del puerto del Pico, que tiene una altitud 1.395 metros y pasar el fin de semana en familia.
Al final de cada etapa, hay que revisar el ganado, dar de comer a los mastines y colocar a estos en puntos estratégicos para proteger bien el rebaño; hecho esto, montar el campamento con las tiendas para descansar, pero hoy han tenido suerte les dejan unas instalaciones en una venta para pasar la noche más protegidos de la lluvia y el frio del valle.
José Manuel muy enfadado me comenta que comenzó la ruta el día 14 y que el día 15 salió en el Boletín Oficial las ayudas para los trashumantes y por ello se lo han denegado, alegando que lo tenía que haberlo solicitado 10 días antes de partir. Por este motivo, deja de recibir una cifra próxima a los 5.000 euros.
Pero todavía queda mucho recorrido teniendo que pasar por Palacios de Goda, en Ávila, Medina del Campo, Tordesillas, Medina de Rio Seco y Mayorga, en Valladolid. El Burgo Ranero, Valderrueda, Las Salas, en León, y concluir el recorrido dentro de unos cuarenta días en las montañas leonesa y allí, pasar el verano.
Quiero felicitar a José Manuel, por realizar esta aventura tan arriesgada y dura huyendo de la gran sequía que hay en su tierra y así poder salvar la crisis de su rebaño. La trashumancia ha sido siempre tan necesaria, junto con el cuidado de las Cañadas Reales, muy olvidadas hoy en día. Debemos reconocer el gran esfuerzo que hicieron nuestros antepasados en su tiempo y que tantos recuerdos me traen de cuando yo era niño en mi pueblo de Caboalles de Abajo, en el Valle de Laciana. Disfrutaba viendo pasar a los pastores con sus rebaños y enseres, camino del puerto de Leitariegos, donde disfrutarían en verano comiendo los ricos pastos de las montañas leonesas.
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