Empezaron por hacer queso para supervivencia, hace casi cincuenta años. Y acaban de ganar la medalla de oro en competencia con quesos de EEUU, Suiza y otros países. Pero para comprender cómo se puede llegar a esa excelente calidad en el queso azul y disfrutar de su sabor y olor, es muy importante visitar el valle de Valdeón, con sus ocho pueblos, en el corazón de la vertiente leonesa de los Picos de Europa.
Incluye recorrer las orillas del pantano de Riaño en una carretera con muchas curvas pero con un paisaje que te invita a relajarte y disfrutar de bosques con coloridos otoñales que te hacen sentir observador privilegiado y parte de la naturaleza. Son cientos de colores, diversos rojos, verdes, marrones, grises, negros, dorados, con todos los matices en unas vistas espectaculares, mientras miras con respeto a los Picos desde el mirador del Tombo o el escenario del Chorco de los lobos, y oyes las relajantes aguas del río Cares, que nace en Freñana y se junta con el Arenal, que nace en Montó, y se unen en la localidad de Posada de Valdeón.
Me cuenta Leticia Alonso Cuesta, administradora de la Quesería Valdeón, que ya van en la tercera generación de queseros, que ahora producen unos 300.000 kilos al año y exportan a Canadá, Japón, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Holanda, entre otros.
En su furgoneta, con mucha solera, recorre el valle donde encontraron la fórmula de hacer un queso inicialmente para consumo propio y para sobrevivir a las nieves del invierno. Eran dos jóvenes con 14 años, su padre Tomás Alonso, hoy gerente, y su tío Javier Alonso, hoy Maestro Quesero, los que comienzan a producir para vender en el año 1970, en unos tiempos difíciles. con un compañero de trabajo, un burro para transportar los productos del campo y la leche para elaborar los primeros quesos.
Estos quesos los metían en una cueva escondida en el bosque, que ahora está con sus rejas como testigo de aquellos años difíciles.
La empresa es familiar y se percibe una familia unida, humilde y trabajadora, de padres, hijos y primos que trabajan todos de una manera muy artesanal, con su madre Mónica Cuesto, su tía María Guerrero, y sus primos y hermano, Sergio, Alberto, y Álvaro.
Todos ellos consiguen un queso azul que se elabora con leche de vaca y cabra y que se envuelve con unas hojas naturales y tratadas de arce de estos bosques, que protege el tan deseado manjar.
Y de los bosques centenarios de la comarca y la artesanía experimentada de la familia surge el mejor queso azul del mundo, ganador de la medalla de oro 2017, que se suma a otros 25 premios, que animan a toda la familia a seguir trabajando en una producción de 300.000 kg al año, que se saborean en todo el mundo.
También elaboran una crema de queso azul que la cocinera Raquel Díaz del Restaurante el Racimo de Oro de León aprovecha para lograr unas croquetas exquisitas.
Y el chocolatero Jacinto Peñín, en su obrador de Astorga, ha sabido crear unos bombones con el sabor del queso azul leonés que nace en los Picos de Europa.
Mondelopress.com
Que pena que lleve el grano del exclavo castellano-purrelofachisoletano!
Cuantisimos clientes que están perdiendo por ese motivo!
No lo saben bien,que si no,ya lo habían quitado.
Ese grano,en idioma leonés, es una tortolla.