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Las birras más caras del mundo

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Las motos de Harley Davidson fueron las protagonistas en el golfo de St.Tropez del 28 de abril al 1 de mayo pasado, donde los moteros pagamos las birras más caras del mundo.

Este bonito puerto en la exclusiva Costa Azul fue el escenario de lujo durante 4 días, en los que pudimos disfrutar de un acontecimiento tan vistoso como digno de admiración como es siempre la reunión programada en diferentes localidades del mundo de los moteros de Harley.

Los Lobos Plateados no quisieron perderse esta ocasión y con el apoyo y compañía de sus cuatro lobas se trasladaron al golfo más profundo de la Costa Azul montados en sus cuatro Harleys.

El motivo de este encuentro fue la celebración del décimo aniversario del comienzo del Euro Festival
Nuestro viaje desde Madrid hasta llegar a St.Tropez nos llevaría dos jornadas enteras y recorrimos una distancia de 1.400 kilómetros.

El viaje hasta Begur, donde pasamos la primera noche, fue mucho más agradable de lo que esperaba. Hacia más de treinta años que no viajaba de esta manera por Europa.

En primavera, los campos de Castilla que más tarde se tornarán de color ocre y marrón por el calor y la sequia, son ahora verdes y frescos. Nuestra región central se cubre ahora de un manto verde esperanza, quizás anticipando la recogida de sus cosechas de trigo y avena.

Los prados cubiertos de amapolas y otras flores silvestres son una verdadera delicia para la vista de los moteros expectantes todavía de un fin de semana en el país vecino.

A unos ciento cuarenta kilómetros de Zaragoza se divisa a ambos lados de la carretera una zona que se asemeja a un cañón del Colorado en miniatura. Esta insólita zona de nuestra topología es preciosa y casi con aspecto lunar, parece transportarnos a otro planeta. Ya se empieza a notar el cambio de temperatura y el cielo gris en el horizonte amenaza lluvia.

Aquí hacemos una parada para repostar, estirar las entumecidas piernas y ponernos nuestros equipos de agua; alguno de nosotros menos acostumbrados a vestir con esta indumentaria que otros.

Cuando llegamos al medieval pueblo de Begur, ya es de noche. Nos hemos hospedado en lo que en sus tiempos fuera un monasterio del medievo que está situado en la tranquila y estrecha carretera de Platja del Raco.

Esa noche cenamos las delicias de nuestro mar Mediterráneo en una atmósfera muy familiar y relajada, también como resultado del propio cansancio. Después de nuestra abundante cena y una que otra copita (para hacer mejor la digestión) nos fuimos a nuestras celdas tan cansados como alegres , por medio de una ancha escalera tan reminiscente de ese monasterio que fue en el pasado y que los actuales dueños han, muy apropiadamente, ambientado con tenues velas en cada peldaño.

Al día siguiente y tras un abundante y rico desayuno volvimos a ponernos en ruta, esta vez hacia nuestro destino final.

Atravesar la frontera por La Junquera me llamó mucho la atención; eso de no tener que parar al lado de una caseta vigilada por agentes de aduana y enseñar el pasaporte. La última vez que crucé una frontera europea por carretera fue en los años ochenta y Europa ha cambiado mucho desde entonces.
Casi inmediatamente, después de unos pocos metros, te das cuenta que estas en otro país.

Los cultivos y las casitas de campo son tan diferentes. Aquí ya se pueden ver caballos en las praderas y te das cuenta de lo orgullosos que están los franceses de sus jardines, todos tan cuidados.
Me alegra no tener que ver más las docenas de edificios a medio construir y abandonados que parecen salpicar el paisaje español.

En España estamos plagados de estas horrorosas erecciones que afean tanto a nuestro precioso país.
Aquí no tardamos mucho en empezar a ver las miles de cepas, casi todavía sin hojas y cuyo fruto es tan famoso y nombrado en todo el mundo.

Después de varias paradas más para dar de beber a nuestras sedientas motos y no menos sedientas bocas, llegamos a Bandol, un bonito puerto de mar que se convertiría en nuestro cuartel general durante los próximos 3 días.

Bandol está situado entre Marsella y Toulon. Posee una bellísima playa en forma de concha y sus aguas cristalinas de color azul zafiro y turquesa invitan a un baño. Sin duda el mar puso nombre a esta costa.

Por supuesto, no pudo faltar el típico paseito baño a la mañana siguiente y su respectiva sesión fotográfica.

Ya repuestos de fuerzas y refrescados de un día de descanso, nos dispusimos a visitar St.Tropez el viernes 29 por la mañana.

El viaje, después de pasar por Toulon y tomando la carretera desde Le Lavandou, es espectacular.
La carretera ondulada nos deja divisar desde sus alturas hectáreas y hectáreas de campos bordados de cepas y más cepas. A veces pasando entre pinos, el olor a resina y hierbas silvestres del monte, sin duda embriaga los sentidos. Si alguna vez he viajado por un cuadro, esta ha sido la ocasión.
La entrada a St Tropez fue lenta. Solamente existe una carretera de dos carriles para entrar al centro de la cuidad.

Una vez en el paseo marítimo, las Harley Davidson llenaban el Quai Jean Jaures. Como en un espectáculo de varietes, todas colocadas una al lado de otra, a modo de bailarinas de Can-Can, luciendo su belleza y esplendor.

Cientos de moteros, algunos en solitario, la mayoría acompañados, lucían su típico atuendo marca HD. El espectáculo no solamente está limitado a las motos.. Una verdadera orgia de color y metal para el fotógrafo profesional.

Para combatir la sed después del viaje, los Lobos Plateados eligieron un famoso local, que en su época dorada solía ser visitado por famosas figuras de la farándula Brigitte Bardot. No sé hasta qué punto sigue siendo famoso por esa razón, lo que si puedo decir es que hoy en día debe de serlo por servir la cerveza más cara del mundo. Una jarra de cerveza de 440ml, cuesta 19euros. Oh la la!!!
Asombrados de los precios y con los monederos tiritando, nos volvimos a Bandol a lamernos las heridas y a tomarnos un wrap en el puerto.

Al día siguiente y ya recuperados del asalto a plena luz del día anterior, nos despedimos de Bandol a modo de paseo por sus estrechas calles y pequeños, comercios muy «tres jolie». La compra de artículos hechos con lavanda es una obligación, ya que esta región es famosa por su gran producción de esta popular hierba aromática. Fue una agradable sorpresa para las lobas encontrarse con un mercadillo y, por supuesto, pararse en todos y cada uno de los kioskos, porque hay que inspeccionar la mercancía y si hay suerte, alguna que otra compra mas. Este relajado ambiente bajo el sol abre el apetito y sentados en una terraza disfrutamos de un aperitivo «al fresco» saboreando la «charcuterie».

La Costa Azul sigue siendo tan exclusiva como lo fue y lo será siempre y los moteros de Harley seguirán reuniéndose todos los años como de costumbre, gesto de camaradería e identidad por los distintos puntos de la tierra. Allí,tarde o temprano, estarán también los Lobos Plateados aportando su granito de arena a esa inmensa playa de Harley Davidson.

Desde aquí os saludo a todos y os deseo muchos sanos y salvos viajes. Nos vemos en el próximo destino.
A bientot, mes amis

Texto: Beatriz Davies

Fotos: Mondelopress.com

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