En la localidad de Cebolla, Toledo, se encuentra la finca “Los Prados de la Vega”, a cuyos pies pasa el Río Tajo, que es más que un río. Sus aguas tranquilas riegan y dan vida a las ocho hectáreas de las mejores sandías y melones en la Vega del Tajo.
Mientras acompaño a una cuadrilla de media docena de trabajadores quienes con mucha experiencia y profesionalidad tocan las frutas y sus llamadas “camas”, para saber cuándo están listas para su consumo, hemos de caminar y movernos con mucho cuidado entre las matas para no pisarlas. Cuando levantas la vista, a lo lejos en el norte de la finca, nos observa la torre de la Parroquia de San Cipriano; al sur, la finca está protegida con una barrera de chopos gigantes plantados hace ya una docena de años.
Félix Arrogante, es el responsable de la explotación de la finca hace ya mucho tiempo. Empezó muy joven con sus andaduras como profesional del campo, convirtiéndose en el ejemplo de la comarca. La finca no pasa desapercibida; Félix me comenta un poco quejoso, que después de contribuir con el medio ambiente durante tantos años con los chopos que él mismo compró y plantó, ahora la Confederación del Rio Tajo no le deja podarlos porque dicen que son propiedad del río. “Tiempos modernos a los que nos cuesta acostumbrarnos”.
Durante las cuatro estaciones, la finca con sus cultivos según la temporada, se diferencia claramente de las demás explotaciones de la comarca.
En la temporada de verano cultivan sandías “Crimson”, variedad vigorosa que produce frutos con corteza rayada de fondo verde claro, carne de color rojo intenso con un sabor muy agradable y refrescante y frecuentemente sale alguna que alcanza un peso de hasta quince kilos y el melón “Velasco”, con piel de sapo, dulce, un sabor óptimo, que nace de una planta rústica con unas flores amarillas muy bonitas. Una producción total de alrededor de unos quinientos mil kilos de melones y sandías, abastecen a los vecinos de todas las localidades de los alrededores de Cebolla.
En un puesto a modo de tienda, su esposa Maricarmen, una señora también muy conocedora del producto, como Félix, se encarga de la venta y de que ordenadamente se formen colas de compradores con mascarillas, todos manteniendo las medidas de seguridad de COVID- 19.
Éste es un gran ejemplo de una forma de vida que algunos jóvenes no quieren para sí, pero todos tenemos que comer y por suerte, en éste caso, productos de alta calidad.
Felicidades a Félix y a su familia porque son todo un ejemplo de forma de vida que cada día y poco a poco, es más difícil ver.
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