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El buey, manso y paciente, del Rocío 2016

Los bueyes del Rocío 2016

Los parajes de Fontanarejo, Ciudad Real, son fundamentales para el entrenamiento y preparación de los bueyes que acarrean al Simpecado de Écija en el Rocío 2016

Los bueyes tienen una tarea muy importante en el camino al Rocío: tirar una carreta engalanada que transporta el simpecado (un estandarte que con el lema sine labe concepta –sin pecado concebido- reivindicaba la Inmaculada Concepción de la Virgen).

Por eso, Abraham Martín Pavón, ganadero de Fontanarejo (Ciudad Real), lleva más de 15 años preparándolos para hacer el trayecto hasta la aldea del Rocío en la fiesta de Pentecostés. En la actualidad tiene siete bueyes berrendos negros. Los más experimentados son Fari (1200 kilos, 16 años) y Campanero (1000 kilos, 14 años), con una cornamenta de un metro de punta a punta, y dos vacas negras vileñas, Golondrina y Navideña.
Ya en febrero, a las ocho de la mañana, comienzan a entrenar a los bueyes con rutas de 25 kilómetros diarios.

Diego Bornes, carretero desde hace 18 años, me cuenta que dos veces al día empareja uno joven con otro veterano para que vaya aprendiendo, y los une al yugo de madera de álamo negro con ocho metros de cuerda de esparto con unos frontiles de esparto para cubrir sus ojos de las moscas. El carro que han de mover es de madera y pesa unos 700 kilos, a los que se añade una carga de 600 con garrafas de agua.

Diego va caminando a su lado y en la mano sujeta una vara de olivo de dos metros con un metal en el extremo. Dos mastines lo acompañan en su recorrido por los caminos, cruzando arroyos y ríos, con frío o calor, para que los bueyes estén en plena forma física y no se espanten de ningún tipo de ruidos de cohetes y de la presión del gentío que va a rodearlos durante esos días.

Cuando llega el gran día de emprender la caminata al Rocío, los nobles y pacientes bueyes están a punto, fruto de su cuidado con mucho mimo y atención.
Comienzan la marcha con un paso ligero y firme y hacen las paradas obligadas para los rezos y cánticos de los romeros.

Cuando termina la jornada los alimentan con piensos y paja seca y les buscan un espacio tranquilo y cómodo para que pasen la noche en el campamento, que es un pinar con árboles gigantes, donde atarán a los animales.

A las siete de la mañana nos despierta Román, de Cumbres Mayores, con un agradable sonido de una gaita andaluza y un tamboril, y todo el campamento se pone en acción. Los romeros desayunan mientras unen los bueyes a la carreta que transporta el simpecado de la Hermandad de Ecija. Entonces, todos los peregrinos en circulo y en silencio rezan las plegarias, dirigidas por el capellán del camino, el sacerdote Alberto Jaime, y se ponen en marcha siguiendo el paso firme de la pareja de bueyes, Romántico y Hortelano, a los que acompaña una pareja de vacas por si se produce alguna baja, siguiendo las órdenes de la vara de Paloma del Castillo, carretera que debuta este año en su primer Rocío.

Así comienza una nueva jornada, unos a pie y otros a caballo o en carretas o en tractores o todoterrenos. El día apunta con sol y calor, que reconfortan, después de unas jornadas muy duras por el mal tiempo. Ni los más veteranos en el Rocío recordaban un año tan duro como este, con agua, frío y mucho barro, pero hoy los miles de rocieros se despojan de sus capotes y chubasqueros y sacan sus mejores trajes de muchos colores y volantes para una jornada más calurosa.

Todo es ya alegría y satisfacción en la llegada a la aldea, donde la imagen de la Virgen del Rocío recompensa el duro peregrinaje.

Mondelopress.com

1 comentario en «El buey, manso y paciente, del Rocío 2016»

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