Ya van cinco años desde aquel 15 de mayo en que la Puerta del Sol y la mayoría de las principales plazas de nuestras ciudades comenzaron a convertirse en campamentos, con espacios para aulas, asambleas, comedores, dormitorios y pancartas.
A los de cierta edad nos recordaba aspectos del mayo del 68en Francia, que sólo vimos entonces desde la distancia y con el sueño del fin de la dictadura que aquí imperaba.
La verdad es que nos cogió por sorpresa aquella invasión pacífica de la Puerta del Sol. ¿Qué pasaba a nuestros jóvenes, a los que habíamos dado todas las comodidades y facilidades que nosotros no tuvimos?
¿Hubiera surgido algo así sin la crisis, que dejó vacíos muchos bolsillos, pero sobre todo mostró los desgarros e injusticias de una sociedad que parecía tan próspera y feliz?
La crisis les despertó la rabia y la protesta y el intento de entender la situación, así como la juvenil y necesaria pretensión de arreglar el mundo.
Aunque todo un poco fuera del cauce, o sea del sistema, a que nos habíamos acostumbrado en estos años de democracia.
Pero lo que los congregó fueron las nuevas tecnologías. El a las armas de La Marsellesa son ahora unas letras y unas imágenes y unos eslóganes en las redes sociales. El primer ensayo había sido después del 11-M, cuando los mensajes de móvil No merecemos un gobierno que nos mienta congregó a miles de ciudadanos ante la sede del Partido en el Gobierno, tras los atentados contra los trenes que costaron 192 vidas.
Ahora volvieron a ser los móviles como herramientas de las redes compartidas los que convocaron. La responsabilidad es colectiva, son chat y me gusta o pásalo lo que se multiplica sin control y desemboca en concentraciones como aquel 15M, que tanto desconcertó.
Las imágenes que muestro son una selección de las visitas cotidianas que hice en aquellas semanas a la Puerta del Sol. Están todas tomadas con el teléfono móvil, como señal de esa irrupción, de momento definitiva, de las nuevas tecnologías.
Allí, entre los mayoritariamente jóvenes, sin cámara profesional ni objetivos, sin lugar para la prensa, fui captando cada detalle que sugería el ánimo colectivo y la emoción individual.
Ahí están las pistas de la ilusión, la ingenuidad, la juventud, el mesianismo,
el estupor, la indignación, el amor, la no resignación, la rebeldía, la intuición, la pasión, en fin, la vida.
Son reflejo de un movimiento social, pero con el mismo objetivo e interés de cualquier imagen: testimonio, historia. Aunque la cámara no tenga las prestaciones de las profesionales. Cada tiempo tiene su afán.
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