MADRID. El Café Comercial, el más antiguo de Madrid, cerro su actividad tras 128 años de vida, donde sus grandes espejos, mesas de mármol e interiores eran famosos por sus tertulias y citas de escritores, políticos, artistas, actores y gente anónima, un cierre que ha sorprendido a todos y que deja huérfana a la capital española, cuando este emblemático rincón era muy famoso tanto dentro como fuera de España y referencia histórica de la capital.
Toda la prensa nacional como medios televisivos, radio, con programas especiales, así como las redes sociales difundieron el cierre de este bello “Café Comercial”, fundado el 21 de marzo de 1887, y que poseía la Placa conmemorativa que le otorgó el Gobierno de la Comunidad de Madrid por ser un establecimiento centenario.
Un cierre que no pasado desapercibido para las instituciones madrileñas, donde el propio Ayuntamiento viendo la reacción de sus miles de clientes en las puertas del establecimiento, con cientos de notas de nostalgia y contra el cierre, así como la historia y la importancia que tiene el Café Comercial, ha señalado, pese a que es un negocio privado, estudiar todos los pormenores para garantizar que pueda seguir con sus mismas funciones como hasta ahora.
De hecho, se multiplican diariamente los ruegos a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, para que active una operación que evite el cierre definitivo de un lugar histórico, lleno de cultura oficial, no oficial, propia, pero de una idiosincrasia que ha marcado a todos los clientes que han pasado por este rincón con sus miles de experiencias y vivencias que no pueden dejarse morir. “Carmena haz algo”, dice una de las notas colgadas en sus paredes.
El Café Comercial ha formado y forma parte no sólo ya de Madrid sino de miles y miles de personas de todas las tendencias que han pasado por este Café. Quien escribe este reportaje se sorprendió como en Hong Kong un periodista chino me citaba en el Café Comercial para cuando visitara Madrid, y me dijo: ¡Quedamos en el Comercial!, o haber sido protagonista de citas y encuentros de toda índole con ex ministros asiáticos, embajadores, periodistas o escritores a lo largo de estos últimos 35 años, muchos, pero llenos de nostalgia, sensibilidad, recuerdos y mucho amor a un rincón que no puede morir nunca.
Y cómo no, mucho cariño, llenos de auténtica amistad a sus camareros, algunos ya fallecidos como Gaspar, quien servía el café al que fuera alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, y tuve la suerte de compartir horas con el “viejo profesor”, o todos los camareros que han escrito parte de la historia del café, que han visto, oído y respetuosamente silenciado las miles de conversaciones y toda clase de personas que han desfilado con sus problemas cotidianos que acudían al Comercial para que sus espejos les transmitiesen luz, sosiego y minutos de calma mientras se tomaban el café, los churros o el chocolate, pero los coloquios o charlas eran innatos a la personalidad del propio lugar. Los clientes lo saben: Ahora está en la UVI, pero no morirá porque sencillamente no queremos.
En sus mesas he escrito más de la mitad de mis libros, donde también se fraguó el nacimiento de un periódico regional, “El Eco del Gigüela”, donde Manolo Cañizares, Carlos López, Montse Morata y otros periodistas dimos nacimiento a un rotativo que durante varios años, a mitad de la década pasada, fue vital para el desarrollo rural, entre ellos en la localidad toledana de Villanueva de Alcardete. Siempre arropado por Felipe, Antonio, Juan o Teresa, parte de los muchos camareros que me soportaron y me ayudaron para que mis libros, artículos, citas, encuentros todo fuera mejor o los muchos años cuando me tomaba el café a media noche para posteriormente irme a mi trabajo en la agencia Efe.
Además, mis reuniones en el Comercial en mi etapa de profesor de español para extranjeros en la escuela de Idiomas Sagasta, que alternaba con la de periodista, supuso, por su cercanía, que muchos de sus alumnos de todas las edades pasasen por este recinto y profesores como Herminio daban algunas de sus clases entre sus paredes, o Antonio o Fernando, pero uno de mis alumnos llegó a tener un alto cargo en el gobierno de Suecia y cuando venía a Madrid se reunía con sus colaboradores en el Café para preparar sus encuentros con miembros del Ejecutivo español de turno. Más internacional, imposible.
En suma, este rincón ha sido pieza inseparable de mi vida desde finales de los años setenta, ya desde la Universidad, así de sencillo. No quiero que mueras y no vas a morir. Seguro.
Ubicado en la famosa Glorieta de Bilbao, en el centro de la capital, se han dado cita y siguen yendo al lugar desde los propios empleados (un total de 19), algunos de ellos con más de 35 años trabajando y viendo pasar el tiempo que ha hecho historia, pero también clientes contrarios a un cierre que no entienden y protestan por enterrar parte de la historia de Madrid y también de España, como agregan algunos de los presentes en el lugar, que añaden que problemas económicos no eran dada la solvencia del negocio y el alto nivel de trabajo existente.
“Es una lástima tener que escribir un mensaje como este, pero ha llegado el día del cierre y, por ello, queremos agradecer de todo corazón la confianza que nos habéis brindado durante estos muchos años llenos de maravillosas experiencias», señalan en un comunicado colgado en su página de Facebook sus propietarios, que esperan que quede un «buen recuerdo» del Café Comercial, pero sin dar explicaciones del cierre, que es lo que han originado las quejas.
Precisamente uno de los camareros más antiguos, 35 años sirviendo cafés, Felipe Majano, de 61 años, decía: “no sabemos lo que ha pasado, no nos han dado ninguna explicación. Simplemente que cerraban el café y ya está».
El Café Comercial, además de sus famosas tertulias, coloquios y reuniones, también se hizo famoso cuando hace diez años fue el primer establecimiento que se sumó a la iniciativa solidaria de los «cafés pendientes», que consistía en que el cliente pagaba por anticipado una consumición para quien no pudiera costearla con un gran éxito, que luego copiaron otros establecimientos, además de sus actividades literarias y conciertos. Miles de poemas, guiones, proyectos, citas o cualquier iniciativa han nacido bajo la atenta observación de sus grandes espejos.
El Café Comercial era la “casa” de todos los madrileños y de miles de extranjeros que se citaban para un encuentro casual o para debatir y comentar asuntos de la vida diaria de la sociedad española, de ahí nombres ilustres de la literatura española como los poetas Antonio Machado, Manuel Machado, Jardiel Poncela, Rafael Sánchez Ferlosio o el Premio Nobel de Literatura 1989, Camilo José Cela, han desfilado por este rincón de la historia de Madrid.
Además, otros como el poeta español-mexicano, Tomás Segovia, ganador del Premio de Literatura Latinoamérica Juan Rulfo y Premio de la Crítica, que escribió más de la mitad de sus libros en las mesas de mármol del café, el cronista de la Villa y Premio Miguel de Cervantes 2000, Francisco Umbral, o actores y escritores actuales como el poeta García Montero, Muñoz Molina, Arturo Pérez Reverte o el crítico de cine Pepe Costa, asiduo del café diariamente.
Pero tampoco faltaban conocidos periodistas que acudían al “café” para diseñar la estrategia y planes de trabajo, escritores de todas las edades, jóvenes, mayores, poetas, clientes habituados que normalmente era cotidiano pasar un rato por este histórico lugar para reponer “pilas” y afrontar el reto de la jornada. Un cierre que ha dejado estupefactos a todos como dicen otros empleados que esperan noticias de los motivos de su cierre.
“Madrid no se puede entender sin el Café Comercial”, es lo que hoy se lee y se lee en todas las redes sociales y medios nacionales, incluso la agencia china Xinhua también se hizo eco de su cierre. “Es la esencia de la literatura y de la tertulia”, lo que había en este local, que junto al famoso Café Gijón forman parte de los más clásicos y antiguos de la capital española.
En definitiva, mientras se espera conocer más detalles de este cierre, que supone el entierro de una parte de la historia de Madrid y saber lo que pueda decir o hacer el Ayuntamiento y Comunidad madrileña, los abrazos, rostros de incredulidad, comentarios indignados y todo tipo de reacciones en contra del cierre se dan cita ya no sólo en las redes sociales sino en la puerta del establecimiento que la gente acude como una muestra de enfado y rabia. Fin
Santiago Castillo, periodista, escritor y director de www.asianortheast.com
Foto Mondelopress.com
Excelente artículo. ¿Convertirán la casa de la palabra en templo de la moda? Salud.