En el Palacio del Cardenal Lorenzana del siglo XVII, en la plaza Torres de Omaña se encuentra el Bar Museo “La Trébede” regentado por el matrimonio Ana María de Miguel Gómez y Jesús González Marcos, hijo de unos padres leoneses; su madre de Puebla de Lillo y padre de Vega de Espinareda, quienes emigraron a Madrid.
Jesús, madrileño de nacimiento, estudia y trabaja durante los años setenta en hostelería en los mejores restaurantes de la Comunidad Madrileña, convirtiéndose en un respetado profesional durante los años de la transición. En 2005 hace las maletas y en compañía de Ana su mujer, también madrileña, sus dos hijos Ernesto y Fabio, hace el mismo recorrido que sus padres hicieron muchos años antes, pero al contrario, para emprender una nueva forma de vida en la capital leonesa.
La Trébede es un local que está ubicado en La Plaza Torres de Omaña, situada en el corazón del barrio Romántico y donde se encuentra la monumental escultura de la holandesa Corinne van Bergen el “Arco viajero”.
El nombre de La Trébede viene de uno de los cientos de enseres que hay en el bar museo; es un objeto de hierro con tres patas, que se utilizaba en el mundo rural (hasta hace no mucho tiempo) en todos los hogares para cocinar en las chimeneas sobre brasas. También muy utilizado en el campo por los pastores en las trashumancias.
“La Trébede” es un bar muy acogedor y familiar donde te sientes apreciado y donde es muy difícil sentirse solo y aburrido, ya que siempre está hasta la bandera. Aquí puedes degustar unos vinos de la tierra, o unas cervezas, o cualquier licor, siempre acompañado de un aperitivo muy típico de picadillo de chorizo con patatas, más conocido como “chichos”, haciendo honor a las matanzas de las familias leonesas y donde se consumen una media de 500 kgs al mes. Sin olvidar por supuesto, las raciones de cecina de la comarca, chorizo, queso, callos y jamón.
Jesús es un amante de las antigüedades y a convertido su bar en un Museo de los oficios y costumbres de nuestro país. Las paredes del bar están repletas de todo tipo de objetos, como radios antiguas de los años 40-50, que me recuerdan a cuando mi madre con la oreja pegada a un aparato de marca “Clarín Radio, Gran Liceo”, escuchaba la emisora Radio Pirenaica. La barra, adornada con ramas de lúpulo, tiene una cocina de carbón y los recuerdos son interminables; barricas de vino, fuelles, fotos antiguas, planchas, máquina de coser, esquís de madera, trillos, un proyector de cine, relojes, tocadiscos, máquina de picar carne para hacer los chorizos y morcillas y un sinfín de curiosidades. Una foto del Camarote de los hermanos Marx, que viene ni pintado en el lugar y un cartel que dice:
“Corrida de toros del 4 de septiembre 1898 en la plaza de toros en San Sebastián en los días 14,15,21 y 28 de agosto y el 4 de septiembre de 1898, con toros elegidos de las ganaderías, Duque de Veragua, Marqués del Saltillo, Conde de Espoz y Mina, Aleas y Udaeta, con los notables diestros: Mazzantini, Guerrita, Reverte y Bombita. Con sus correspondientes y valientes cuadrillas”.
Todo esto y mucho más, se puede ver dentro de una pequeña parte del palacio que fue propiedad de Don Francisco Antonio de Lorenzana, uno de los leoneses más ilustres de todos los tiempos: Obispo de Plasencia a los 27 años, arzobispo de Méjico, vicario general en Toledo, abad mitrado, canciller mayor de Castilla, consejero de Estado, preceptor de infantes, arzobispo de Toledo, primado de España y cardenal primado.
El palacio fue construido en el siglo XVIII, con estilo renacentista, de tres plantas de piedra sillería, buenos herrajes en la balconería y con dos leones pasantes como blasón de la familia sobre la puerta principal.
Quien visite León y se marche sin conocer el bar museo “La Trébede”, mejor que no cuente que estuvo en la capital Leonesa, porque se ha perdido mucho por ver.
Mondeopress.com
