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Entre todos la mataron y ella sola se murió

Entre todos la mataron y ella sola se murió

Once años calculan que tenía. Menos de la mitad de los que podría haber vivido, si no le hubiesen dado tal paliza que estuvo dos días moribunda.

Dos días completos con sus noches, en los que ni la subdelegación del Gobierno, ni la Diputación Provincial ni el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) fueron capaces de mover un  dedo, no ya para salvarle la vida, sino para evitarle la agonía.

No sabemos su nombre ni sus dueños. La burra que apareció el pasado martes tirada a la vera de un camino en una chopera a las afueras de Calvarrasa de Abajo, en Salamanca, no tenía el chip identificativo obligatorio en todos los equinos. Sin embargo, su imagen tirada en suelo, aún con los últimos estertores de vida, han dado la vuelta a España gracias a las redes sociales y a la rabia de Ángel Curto Gudido, alcalde de este pueblo cercano al río Tormes.

El martes 8 de julio, Ángel recibió el aviso de que el animal, en muy mal estado, había aparecido en el lugar donde acabó muriendo. La encontraron hacia las 17.00 horas unos hortelanos que pasaron por ese mismo lugar cuatro horas antes, con lo que los dueños del vehículo que llevó allí al animal tuvieron que llegar en ese período de tiempo. Un vehículo cuyas rodadas aún eran visibles hoy junto al cadáver que yacía con la boca entreabierta y el rechoncho cuerpo lanudo macerado a golpes, especialmente la cabeza, que sangraba con profusión y tenía la oreja izquierda semiarrancada a consecuencia de una herida profunda, probablemente un hachazo.

Ángel explicó a MondeloPress que, ante el estado del animal, que aún respiraba, llamó de inmediato al SEPRONA, el servicio de protección animal de la Guardia Civil que suele ser el primer informado de este tipo de casos. Ante la falta de respuesta y el sufrimiento del agonizante animal, llamó también a la Diputación Provincial y la subdelegación del Gobierno en Salamanca.

Desde el martes y hasta la muerte hoy de la burra, ni un agente policial ni un técnico de ninguna administración fue capaz de acercarse a dar una solución. Tan sólo el miércoles la subdelegación del Gobierno prometió que enviarían a unos veterinarios, que cuando llegaron hoy pudieron certificar la defunción.

Una demora en el envío de medios que cabe achacar a la remota localización del pueblo: a doce kilómetros de Salamanca capital, unos quince minutos en coche por la Carretera Nacional N-501, que atraviesa el municipio y experimenta todos los días un intenso tráfico de vehículos, ninguno de ellos conducido por representantes de una autoridad competente, según ha podido comprobarse.

Ángel, perteciente al PSOE, llamó incluso a la Confederación Hidrográfica del Duero, puesto que la parcela en la que apareció el animal está en terreno de ese organismo. Tampoco obtuvo respuesta; ni antes de la muerte, ni después. El cadáver de la anónima borrica  seguía tirado hoy, jueves, en el mismo lugar donde estuvo agonizando desde el martes.

Cansado de perder el tiempo y la paciencia al teléfono, Ángel tuvo la idea de tomar unas imágenes del animal mientras intentaba darle agua y divulgarlas por las redes sociales. Esas mismas redes sociales demonizadas tantas veces por las autoridades y que ahora mostraron ser más eficaces. Y más humanas.

Al poco de divulgar el mensaje en Internet, el alcalde ya había recibido ofertas de ayuda de asociaciones protectoras de animales de Madrid y Andalucía. Pero ya era demasiado tarde.

«El martes estaba vivo el animal. Se podía haber hecho algo por él», insiste el alcalde mientras mira el cadáver, que finalmente ha decidido retirar por sus propios medios y abonando los costes con las arcas municipales, ante el riesgo sanitario para la población y el silencio de todas las autoridades.

Ángel tomó la decisión pese a que confiesa que era reacio a verse implicado de nuevo en nada relativo a maltrato animal. Hace un tiempo ya tuvo otra nefasta experiencia, cuando en las inmediaciones apareció una galga abandonada con sus cachorros. Decidió acogerla en dependencias municipales y el resultado fue que una protectora de animales local le denunció.

También recientemente apareció un caballo muerto en la zona, y Ángel se teme que estas riberas que inspiraron las andanzas de Lázaro de Tormes sigan siendo escenario de la picaresca más infame, y que las cercanías de su municipio se hayan convertido en cementerio ilegal de animales dejados allí a su suerte por unos desalmados.

Desalmados cuya procedencia se ignora. Por el estado en que tenía las pezuñas la burra fallecida, se da por hecho que tenía que estar encerrada en una cuadra, de la que posiblemente salió hacia el lugar donde la abandonaron. Pero entre los 1.100 habitantes censados en Calvarrasa de Abajo no constan explotaciones de ganado equino. Es más, la ganadería es muy escasa, pues la mayoría de la población se dedica a la agricultura, al trabajo en unas cercanas graveras o a la carpintería de aluminio y la cerrajería, industrias florecientes por la proximidad con la capital charra, según consta en la web del Ayuntamiento.

«Es una vergüenza que haya que tirar de redes sociales para crear conciencia, cuando las autoridades tenían que asumir sus responsabilidades», lamenta Ángel, que tenía pensado presentar una denuncia ante la Guardia Civil.

También es previsible una denuncia por parte del Refugio del Burrito, representantes en España de The Donkey Sanctuary, organización británica que constituye la mayor protectora mundial de asnos.

El Refugio, con sede en la provincia de Málaga, anunció en su página de Facebook la intención de enviar un equipo a Calvarrasa de Abajo en los próximos días para entrevistarse con Ángel y denunciar la negligencia mostradas por las autoridades a las que acudió.

No le falta trabajo a los representantes de la Asociación. En esta España del siglo XXI aún son frecuentes los casos de abandono y maltrato de burros, como en la mísera época del Lazarillo.

El pasado mayo, otro burro apareció en un descampado de una barriada de Almería molido a palos, con un prolapso rectal por la introducción de objetos por el ano, un ojo casi perdido y un cuadro de deshidratación que lo puso al borde de la muerte.

El burro, de quince meses de edad y recogido por La Huella Roja, consiguió salvarse y hoy se recupera de esas torturas. Tormento que, según informó en Internet esa sociedad protectora de animales andaluza, le infligieron al desvalido animal unos menores de edad a quienes escucharon unos profesores cuando estaban citándose a la salida de clase para ir a rematarlo.

Mondelopress.com

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1 comentario en «Entre todos la mataron y ella sola se murió»

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