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Tomasa Benito «Tomy» La aguja de oro de la costura teatral española durante más de cinco décadas.

TOMASA BENITO

En la localidad Vallisoletana de Cogeces de Iscar, con una población de 175 habitantes, a escasos doscientos metros de un puente Medieval de arcos y crucero del siclo XV sobre el rio Cega, se encuentra la Calle Real del Puente y allí, una casa de dos plantas con el nombre de “Casa Mandiles”, que hace honor a la familia Benito. En las primeras décadas del siglo pasado, la familia de Tomy tenía un tejar donde se fabricaban tejas árabes y ladrillos y cuando tocaba la hora del almuerzo, todos los dueños y trabajadores se desplazaban todavía con los mandiles puestos a la casa, que aún conserva dicho nombre. Es de una construcción robusta y muy aparente para sus tiempos, no fácil de mantener, pero lo suficiente para dar cobijo a la familia numerosa de Rufino Benito y su esposa Felicidad Martínez, con sus doce hijos y donde un 26 de febrero de 1932 nació la décima de los 12 hermanos, Tomasa Benito más conocida cariñosamente años después por “Tomy,” cuatro años antes de que estallara el conflicto nacional de la Guerra Civil Española en 1936.

Tomy, comienza a estudiar en su localidad hasta los catorce años y aprendiendo al mismo tiempo las labores de la costura con el apoyo de su maestra María y realizando sus primeros trabajo para los hijos de su maestra y su marido también maestro, en Cogeces de Iscar, confeccionando hasta los trajes de sus primeras comuniones. Pero la vida en el pueblo no era fácil, pues en la casa ya eran muchos y había que buscarse la vida en otros lugares y con catorce años, se marcha una temporada a Valladolid a casa de una abuela y una tía, para comenzar su formación de costurera en una academia de la Sección Femenina, consiguiendo el diploma con quince años. Después regresa otra vez al pueblo hasta que cumplió los 17 años.

No tardaría mucho en volver a hacer la maleta de cartón con dibujos a cuadros con destino a Bilbao, porque una conocida de la familia había abierto un hotel en Laredo y allí comenzó a hacer las mantelerías y diseñar y hacer los uniformes de los empleados.

Allí el trabajo apuntaba muy bien y se llevó a su hermana Fuencisla, más conocida como Nini, la pequeña de todos los hermanos y con ella, a una vecina de la localidad de Megeces.

Pero a Tomy no la gustaba perder el tiempo y tomaría la responsabilidad de hacer el vestido de novia a su hermana Nini que ya estaba instada en Vitoria Gasteiz.

De vuelta al pueblo, Tomy daría clases de costura a jóvenes en su casa, pero no tardaría mucho tiempo en darse cuenta que quería volar más alto y en pleno otoño cuando los árboles que protegen las orillas del rio Cega, toman ese color de amarillo rojizo y los días empiezan a ser más cortos y más tristes, la joven costurera toma la decisión de hacerse la maleta otra vez, pero en esta ocasión para ir la capital de España, Madrid.

Con 18 años y en compañía de un trabajador de sus padres que la llevo en un carro tirado por un par de mulas hasta la localidad de Olmedo, a una distancia de 25 km, el viaje fue toda una aventura.  Esa maleta de cartón, repleta de juventud y muchas ilusiones, pues en aquellos tiempos no era poco; los automóviles escaseaban, porque en nuestro país en esos tiempos, se sufría la posguerra.

Después del traslado en el carro, tomaría el tren con destino a Madrid y ya en la estación de Atocha, Tomy, debió quedarse muy asombrada del trajín de mozos acarreando montañas de maletas y pasajeros recibidos por sus amigos y familiares. Respirar ese olor tan especial de las locomotoras de gasóleo y carbón, marcaría para siempre el recuerdo del día en el que te conviertes en un extranjero en la gran ciudad, que acoge a todos los emigrantes con los brazos abiertos. Al principio parece que se empieza a disfrutar del bienestar de la gran ciudad, pero nada es lo que parece, pues en Madrid no atan los perros con longaniza.

Nuestra famosa costurera no tardaría mucho tiempo en darse cuenta de que en la estación de Madrid, Puerta de Atocha-Almudena Grandes, se encontraría sola y se preguntaría: ¿“Y yo qué hago aquí”?, en esta gran ciudad todo tan grande, “como Paco Martínez Soria”, sin saber que el esfuerzo y el trabajo duro la llevaría unos cuantos años más tarde, a ganar premios del vestuario del cine español.

Pero como no podía ser de otra manera, un taxista la preguntó si necesitaba taxi y le contesto que sí.  Así que Tomy tomaría su primer taxi desde la glorieta de Atocha, hasta la calle Huertas, a casa de su tía y su abuela paterna Magdalena de Castro; un recorrido muy corto, que quiero pensar no le haría mucha gracia al buen señor taxista, pues está  escasos quinientos metros de la estación.

Enseguida se pondría a trabajar en el taller de “Maribel y Ruppert”, en la Calle Leganitos, donde se hacían los trajes para los hermanos José y Manolo, conocidos como los payasos “Tonetti”, muy famosos durante la segunda mitad del pasado siglo XX.

Este era un taller conocido por su gran actividad, pues cosían también para los artistas de las Salas de Fiesta y otros espectáculos de la capital.

Allí también acude a hacerse los trajes como clienta habitual, la ya famosa bailarina vallisoletana nacida en Iscar, Mariemma. Durante la prueba de un traje de color fucsia, la joven modista, muy humilde, la comenta que son paisanas de Iscar, lo que hizo que ese encuentro fuera muy importante para la futura relación y colaboración entre las dos.

Tomy, con 20 años, estaba en el camino correcto. En esos tiempos también, cosía para nada más y nada menos Cayetana, la Duquesa de Alba y se desplaza acompañada de una ayudanta para hacer las pruebas de sus vestidos de Flamenco, que la encantaban, al Palacio de Liria en la calle Princesa. Al finalizar las pruebas, siempre las invitaban a merendar.

También hacía arreglos de los trajes de Antonio el Bailarín, pero no tardaría en dar un salto más importante en el mundo de la sastrería y cosería para muchos artistas famosos.

Por amistad de la abuela de Tomy y la madre de Mariemma, Eulogia Cabrejas, Tomy, tuvo referencias del trabajo que Mariemma realizaba como bailarina y viceversa, en cuanto al trabajo de sastra que Tomy desempeñaba.

En 1964, Mariemma creó la coreografía del ballet de Ibérica, con música de Maurice Ravel que estrenó con su compañía en el Teatro de la Zarzuela en Madrid, obteniendo después en Sevilla el premio absoluto en el I Certamen de la Danza Española, con la Giralda de Plata y con el cual representó a España en la Feria Mundial de New York en 1964.

El encargo de dicho vestuario se hizo en la casa “Maribel y Ruppert”, donde Mariemma y Tomy tuvieron su primer encuentro personal. Una vez entregada la colección de dicho ballet, realizado por Tomy en dicha firma, Mariemma le propone que pase a formar parte como responsable de sastrería del Mariemma Ballet de España.

Desde ese momento, estuvieron más de 14 años juntas, con proyectos de gran importancia. Todos los festivales de España, el homenaje a Manuel de Falla en Washington, La Vida Breve en la Scala de Milán, La Ópera Carmen con Herbert Von Karajan como director, para los Festivales de Salzburgo de 1966, la coronación del Sha de Persia en Teherán, la gira en Japón en 1967 y todas las actuaciones en cada rincón de la geografía española.

“Aún recuerdo cuando fuimos a Grecia, nadie quería ir en autobús”. Tomasa viajaría a Atenas, muy dispuesta como siempre, a espera que llegara el resto de la compañía.

O aquella vez en Turquía, que acudía todos los días a la consigna del puerto en la frontera, “para que me fueran entregando traje a traje, ya que el inventario de los baúles estaba equivocado cuando llegamos”.

“Lo cierto es que yo quería viajar y coser a la vez y con Mariemma pude lograr ambas cosas”.

Cuando Mariemma  pasó a dirigir la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Madrid en 1969, ahora llamado Real Conservatorio Profesional de Danza Mariermma, Tomy abrió una tienda de ropa de danza “Ballet” en Mesón de Paños número 2, con un pequeño taller en la parte trasera. Allí se hacían todos los uniformes de las alumnas del Conservatorio que estudiaban con Mariemma. Cuando esta cerró su compañía en 1980, Tomy creó su propio taller de costura teatral, “Tomy Ballet” en la calle Mesón de Paños, número 5.

Tomy ha trabajado con los mejores figurinistas, Vitín Cortezo, Elyo Berhanyer, Javier Artiñano, José Miguel Ligero, Juan Antonio Nieva, Ivonne Blake… y para firmas de prestigio como, Tamayo, el Ballet Nacional de España o programas de Televisión Española como el veterano Un dos tres, trabajando para la famosa empresa Cornejo, donde se jubiló a los 75 años de edad.

Entre sus obras cuenta con el orgullo de haber realizado el vestuario de la película El Perro del Hortelano, premiada con un Goya al mejor vestuario, a las órdenes del genial figurinista Pedro Moreno.

Otras películas como La Conquista del Paraíso, Shakespeare in Love, la Niña de tus ojos, El Capitán Alatriste, o famosas óperas, como Don Carlos, La Bohéme o la Reina Margot entre otras, donde llegó a coser para la famosísima soprano Montserrat Caballé y muchos otros famosos. Un largo etcétera que no cabe en estas líneas.

“De Mariemma, me encantaban realizar los trajes para folklore, preparar trajes para jotas; me recordaban a mis raíces, mi pueblo, o los verdiales, los boleros, y mi preferido, el traje de seda verde con el que Mariemma intepretaba su pieza clave, Córdoba, de Isaac Albéniz.

Éste fue un encargo muy especial porque debía sustituir al mítico vestido de seda negro con el que Mariemma ya bailaba Córdoba y que había heredado de Antonia Mercé, pero que estaba ya muy “mayor”, debía descansar. Nos lanzamos a uno nuevo con color tan diferente.

Para Mariemma he cosido mucho y tras su fallecimiento, me siento muy orgullosa de poder seguir haciéndolo y colaborando con su Museo en Iscar.

Es como estar de nuevo trabajando para su ballet, es volver a tener su danza viva; me alegra poder sumarme en recuperar y levantar la Danza Española, desde mi granito de arena,”desde mis puntadas”

En la actualidad nuestra ya famosa costurera se encuentra jubilada de sus obligaciones, pero no de seguir practicando la costura, pues pasa temporadas en el pueblo donde nació en compañía de su hija Almudena y sus nietos y donde tiene su taller, disfrutando mucho de la compañía de sus telas y todos sus figurines preferidos los que la hacen sentirse muy activa.

En estos momentos, se encuentra haciendo un vestido de chulapa para su nieta, para las próximas fiestas madrileñas de San Isidro, e incluso también, una “bata de cola”.

Le agradezco mucho a Tomy que me haya dado la oportunidad de poder hacerle este reportaje, pues fue una experiencia muy bonita para mí. Contar con la colaboración del magnífico museo de la gran bailarina que fue Mariemma, donde posó con gran profesionalismo y por mostrarme gran parte de todos los trabajos realizados durante tantos años a lo largo de su vida profesional. por todo el mundo.

Durante la sesión fotográfica, también me acompañó Beatriz Pérez Salcedo, otra alumna, discípula directa de Mariemma, gran bailarina que perteneció a la compañía de Mariemma Ballet de España, a quien Tomy también hizo varios vestidos.

Tomy se siente muy feliz de la vida que ha llevado y si tuviera que volver a empezar, dice que sería lo mismo. Sus manos hermosas que acaricia su hija Almudena muy cuidadas, tienen muchas marcas de tantas horas y años dando puntadas con su “aguja de oro”, los hilos sencillos a los que convirtió en arte y riqueza para el mundo del teatro. Hay que recordar, que esta humilde joven, que un día empezó su famosa carrera en un carro tirado por mulas camino de Madrid, ya cruzaba el charco a Estados Unidos tres años después de llegar a la capital española, acompañando a una artista internacional como Mariemma.

Quiero agradecer al Museo Mariemma en la localidad de Iscar, por su gran ayuda al hacer este reportaje de Tomasa Benito, “Tomy” y en especial a Susana Merlo, responsable del Museo por tantas atenciones y colaboración.

 

Mondelopress.com

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