En la Calle San Rafael número 6 de la capital leonesa, se encuentra el Restaurante La Bolenga, regentado por una de mis “Mujeres Insólitas”. Conchi Aparicio, es una mujer joven que rebosa profesionalidad por sus cuatro costados; gran conocedora del mundo de la hostelería, maneja la cocina y el restaurante, donde elabora los guisos típicos de las comidas caseras, no solo para consumir en restaurante, sino también para llevar a domicilio. La Bolenga, es un bar-restaurante que está en el barrio de San Mamés, un barrio humilde de clase media trabajadora, con gran ambiente de jóvenes estudiantes, por encontrarse el Campus Universitario a escasos diez minutos y quince de la Catedral y el Barrio Húmedo.
Conchi, como así es conocida por sus afables clientes, ha puesto en marcha la gran idea desde hace tiempo, de convertir su casa en un punto de encuentro de unos cuarenta amigos y familiares, para recuperar el uso de la “olla ferroviaria”, una forma de cocinar que se remonta al siglo XIX. Los trabajadores del ferrocarril que cubría la línea de la Robla – Valmaseda, utilizaban este recipiente para cocinar sus comidas calientes mientras trabajaban en las propias locomotoras, para poder alimentarse durante unos trayectos tan largos.
Los encuentros en La Bolenga son unas comidas muy entrañables y se convierten en ocasiones únicas, donde algunos que ni siquiera nos conocemos, compartimos mesa como si fuéramos una gran familia, después de disfrutar de un cocido leonés muy sabroso cocinado con todos los ricos productos de la tierra. Conchi te pone muy fácil esto de pasar una jornada gastronómica muy divertida.
Todo comienza a las diez de la mañana, poniendo a punto cuatro ollas ferroviarias a toda máquina, manejadas por el fogonero y ferretero del barrio Isaac Fernández y fabricante de las “ollas ferroviarias”, que son unos artilugios muy especiales, hechos de barriles de cerveza. Luego Conchi, la cocinera y Juan, su ayudante y segundo fogonero, se disponen a rellenar las ollas de 4 kilos de garbanzos, lacón, carne de novillo, costilla adobada y curada, manitas y orejas de cerdo, tocino y chorizo que se añade al final. Las berzas, morcilla y relleno, se cocinan aparte. Cuando todo está casi a punto, se prepara la sopa de fideos con el caldo del cocido. Y todo este manjar está regado con vino de los viñedos leoneses y como es natural, es muy difícil no apuntarse para la próxima, que podría ser, una pulpada exquisita, paella o incluso hasta castañas asadas; todo, utilizando las ollas ferroviarias.
Las buenas mañas profesionales de nuestra amiga y gran anfitriona, ya la han convertido en la mejor maquinista de las ollas ferroviarias y con la gran ayuda de su hija Sandra como fogonera de tiempos modernos, logran rendir un gran reconocimiento a todos esos trabajadores del mundo de los ferrocarriles, que tuvieron la gran idea de inventarlas para que hoy nosotros podamos disfrutarlas.
Una gran iniciativa de una de mis “Mujeres Insólitas”, muy trabajadora, quien no cesa en siempre ver el vaso medio lleno y compartir su trabajo y su casa, para que todos disfrutemos de una jornada ideal.
Mondelopress.com