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Los toros del frío

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Hontomin.Burgos. Ganaderia La Cabañuela de toros de Lidia

En el páramo burgalés, en la finca La Cabañuela, a una altitud de entre 1.050 y 1.250 metros, se crían toros de lidia a temperaturas por debajo de los cero grados durante ocho meses al año.

Hace 22 años que el ganadero Antonio Bañuelos apostó por aclimatar el bravo animal a esta zona quebrada que favorece su musculación, evolución y formación tanto interna como externa.

La misma casta y bravura que en las dehesas del cálido Guadalquivir, aunque el clima es totalmente diferente. Aquí vería el termómetro cincuenta grados del invierno al verano.

En calma y al abrigo de la nieve, en La Cabañuela, finca situada en la zona central de la provincia de Burgos, en el borde del Páramo de Masa, a una altitud entre los 1.050 y 1.250 metros, cria sus toros el ganadero Antonio Bañuelos.

Cuenta la ganadería con unas seiscientas cincuenta cabezas entre hembras y machos, y hay 600 hectáreas de terreno repartidas en varios cercados dispuestos en eje, casi al cincuenta por ciento entre pradera de buen pasto y otra parte de monte bajo de encinas y robles. Y casi 200 de las 600 hectáreas se dedican al cultivo, en cuya rastrojera se mete al ganado de agosto a marzo.

Formada en 1993 con vacas y sementales de «Torrealta», de Medina Sidonia (Cádiz), es la primera ganadería de la provincia de Burgos perteneciente a la UCTL (Unión de Criadores de Toros de Lidia).

Es fácil imaginar que el hábitat -orografía y clima- condiciona el manejo de los toros, su alimentación y las instalaciones, dado que el calendario biológico se retrasa obligatoriamente cuatro meses con respecto al resto de las ganaderías de bravo. Aunque aquí tiene el toro otras ventajas desde el momento de su nacimiento, con un ejercicio continuado en una zona sana por la escasez de parásitos, y abundante de agua y pastos finos.

Visitamos La Cabañuela en las últimas bocanadas del invierno, con un escenario blanco que sigue intacto. Más allá de la nieve hay cielo, y más acá, lo mismo, más nieve. Hay mucho tiempo todavía por delante para seguir alimentando acuíferos y ríos.

El comportamiento del animal es apacible, aunque nos advierte su criador que tienden a pelearse antes de llegar las heladas y las nevadas. Es así como las predicen.
Lo más sorpendente es sin duda su adaptación. Pero es muy significativo sobre todo que al cabo de estas dos décadas la fama y el prestigio de la ganadería están en una irresistible ascensión, anunciándose en las principales plazas y ferias de España y de Francia.

Los toros de Antonio Bañuelos, en una altitud inusual, completamente diferente a lo que es habitual en la cabaña de bravo, se apoyan en el frío para acrecentar su calidad y nobleza, por supuesto también para hacer más grande su capacidad torácica. Es así como mejora su juego en la plaza, dando más rendimiento en los tercios finales de la lidia.
Los resultados de la anterior temporada han sido definitivos, al lidiar una gran corrida de toros en la monumental madrileña de Las Ventas, una gran toro en Zaragoza y, en otras plazas, varios con premio de vuelta al ruedo.

El reconocimiento no se ha hecho esperar, y así, ya se ha hecho público que la ganadería de Antonio Bañuelos debutará en las próximas Corridas Generales de Bilbao. Y por supuesto está también prevista una corrida para volver a Madrid.
Frío, nobleza y casta. La calidad de la bravura.

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