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Sierra de Gata el infierno era esto

Sierra de Gata

Avanzas por un páramo en cenizas. El sol brilla intenso, sin piedad, en un cielo sin nubes y sin brisa. Sin pájaros cantando ni rumores que indiquen la existencia de una vida. Un desierto en el aire y otro en tierra, con lomas arrasadas entre las que aún se alzan largos troncos abrasados, como esqueléticos dedos que intentan implorar clemencia. Tizones carbonizados sobre sus sombras oscuras, formando un espejo inmenso hasta donde llega el ojo y cuyo único reflejo es el de la desolación. Un mundo en blanco y negro y sin sonidos, donde sólo un sentido permanece: el olfato impregnado en carbonilla, madera quemada y humo denso. Sólo ese olor intenso, omnipresente, demuestra al visitante que no duerme y que esta pesadilla es de este mundo.

Así ha quedado la Sierra de Gata en Cáceres después del incendio forestal que devastó este mes unas 8.000 hectáreas de monte de máximo valor ecológico. Pinos y otro arbolado que los vecinos mimaban porque amén de múltiples recursos de silvicultura, aportaba un caudal incesante de turismo. Hoy, por las negras lomas surcadas por estrechas carreteras apenas circulan un puñado de coches. Uno de ellos se detiene brevemente ante los restos de un remolque reducido a chatarra derretida, con su carga de troncos aún cargada y convertida en ascuas apagadas. Los pasajeros toman una foto y en silencio contemplan el paisaje desolado, en el que entre el hollín brillan latas y botellas que ocultaban las agujas de los pinos y ahora fundieron las llamas. Luego vuelven al coche y marchan lejos. Tardarán años en volver, si es que lo hacen.

Tres municipios, Acebo, Hoyos y Perales del Puerto, tuvieron que ser evacuados. Casi el único consuelo es que no hubo víctimas mortales; al menos entre los humanos, porque entre los animales fue terrible. Eran muchos los rediles y establos que había en el monte. Todos ahora arrasados, igual que infinidad de huertos, olivares y árboles centenarios. Los bomberos lograron contener el fuego antes de que arrasara ningún casco urbano, aunque algún edificio no tuvo salvación posible, como un restaurante aislado cuyos escombros aún humean.

El bosque ya no está y ahora el paisaje es un futuro incierto sin cosechas, con rebaños enteros liquidados y el turismo perdido sin remedio. Y además con la rabia de saber que el daño no vino porque sí, pues todo apunta a que fue provocado. ¿Por quién y para qué? Todos sospechan, pero nadie sabe. Quizás nunca se sepa; eso es frecuente. Y esa impunidad, esa impotencia, son quizás lo más triste de este infierno.

Por Eliseo García Nieto

Fotos mondelopress.com

1 comentario en «Sierra de Gata el infierno era esto»

  1. Que pena da ver estos paisajes tan tristes, tan oscuros…Y lo peor es que cada año aparece alguno mas, otro paisaje en blanco y negro, otro bosque centenario quemado.
    Es muy importante unirnos todos para evitar estos desastres.

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