Una zona común entre edificios en Madrid, cerca de la plaza de toros de las Ventas. Esquivando las columnas del soportal, un joven con chándal y gorra de béisbol da vueltas en una pequeña bici despacio, concentrado. Y de pronto, voltea la bici en marcha, la coloca bocabajo y, en equilibrio a una pierna y sobre una sola rueda, gira como un torbellino.
Un ejercicio de gran dificultad y belleza, al que los viandantes, pendientes de sus teléfonos, no prestan atención. Algo a lo que está acostumbrado Varo Hernández, campeón de España y Madrid, medalla de plata y bronce en Europa, sexto en la copa del mundo y cuarto en la clasificación de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Todo ello con su bici de motocross, más conocida como BMX.
Él practica BMX Freestyle en la especialidad Flatland. “Consiste en hacer todos los trucos (acrobacias) que puedas en suelo liso, solo la bicicleta y tú, sin usar rampas u otros elementos”, explica Álvaro, cuyo nombre acortado, Varo, encabeza los carteles de las principales competiciones internacionales de esa modalidad.
El BMX es un deporte urbano, como el skate o el parkour. Se desarrolló en EEUU a comienzos de los años 70 y se practica con bicis pequeñas y sólidas, de llantas de 20 pulgadas, manillar con movilidad total y soportes opcionales en los ejes de las ruedas. Bicis idóneas para correr campo a través o hacer acrobacias. El cuadro de la que usa Varo para entrenar fue diseñado por él y fabricado por la empresa viguesa Flybikes.
Pero, ¿qué hace una estrella internacional entrenando desde hace quince años bajo un soportal? “El suelo es perfecto y estoy protegido del sol y la lluvia. Aunque hay carteles de prohibido permanecer en la zona, los vecinos ya me conocen. Después de tanto tiempo, ya me consideran como el portero del edificio”, explica riendo.
Además, no en todas partes es tan fácil entrenarse en deportes urbanos. “La policía aquí no tanto, pero en el resto de sitios sí que tenemos problemas”, puntualiza.
A sus 28 años, este madrileño ya es todo un veterano desde que, con 13, empezó a practicar BMX en la plaza de Colón, en el centro de la capital. “Es el punto de referencia para todos los deportes urbanos. Ahí conocí a los chicos mayores que me enseñaron los primeros trucos”.
Su interés por el deporte urbano lo inspiró su hermana mayor, que le daba al skate. Pero a sus padres no les hacía tanta gracia. “Se preocuparon mucho al principio, ves que tu hijo de 13 años se junta con gente mayor y que lo único que le interesa es estar en la calle montando en bici… Pero me dieron más libertad cuando conocieron a aquellos chicos y vieron que no había ningún motivo de preocupación”.
A partir de ahí, fue todo muy rápido. “A los dos años, ya estaba en mi primera competición. Soy muy competitivo, es algo que siempre ha sido parte del deporte para mí”. Y en torno a los 18 años “me empecé a dar cuenta de que podía ser profesional. Me empezaron a invitar a más eventos fuera de España. Y en esas me llegó la posibilidad, con 20 años, de irme a Abu Dabi a trabajar a Ferrari World, haciendo exhibiciones” en ese parque temático.
Así que dejó la carrera de marketing y se marchó a la capital de Emiratos Árabes Unidos, donde se centró “tanto en aprender inglés como en pasar todas las horas del mundo entrenando entre espectáculos. Fue como un Erasmus”. Cuando expiró el contrato, “me ofrecieron renovar, pero tenía la sensación de que todo lo que podía hacer allí ya estaba hecho y decidí volverme a España y retomé los estudios”.
Aquella experiencia emiratí sirvió para “ahorrar el dinero para participar en las competiciones oficiales del circuito”. Porque si Varo ha llegado a campeón, es porque ha sabido buscarse la vida por su cuenta.
“No me he sentido nada apoyado, esa es la realidad. Sí es verdad que en este deporte tenemos la suerte de que, al ser algo muy urbano y muy estético, tenemos relativa facilidad para encontrar patrocinadores, y también nos salen participaciones en eventos y exhibiciones, y por ahí podemos tirar un poquito, porque solo de las competiciones es imposible vivir”, reconoce.
Por eso, aunque durante los últimos tres años se dedicó en exclusiva al BMX, desde hace meses lo compagina con su trabajo en una empresa de eventos. “Este deporte, si te cuidas y tienes suerte, puedes aguantar mucho. Hay gente en torno a los 40 que todavía está muy arriba. Yo nunca me he visto tan mayor compitiendo y llegando a un nivel tan alto. Tengo otros intereses, aparte de la bici, y por eso quiero desarrollarme en el mundo laboral”, puntualiza.
Otra gran ilusión fue abrir en 2021 una escuela de BMX, amparada por el Ayuntamiento de Madrid y la Federación Madrileña de Ciclismo. “No hay nada similar en España donde se pudiera enseñar este deporte. Nunca pensé que me fuera a gustar tanto dar clase, pero me está encantando”,reconoce.
Su sueño sería aplicar el modelo de Japón. “En mis viajes allí vi que hay escuelas en todas las ciudades, eso funciona muy bien y es una manera muy buena y bonita de enseñar un deporte de verdad, como lo que es, no solo ir a la calle y pegarte a los chicos mayores.”
El éxito del proyecto ha sido tal, que han tenido que duplicar las clases, y aun así hay lista de espera. “Los mayores ya están empezando a competir y hacer viajes”, dice con innegable orgullo. “España lleva dos o tres años en el puesto segundo o tercero por países de la UCI” y el objetivo es que las nuevas generaciones recojan el testigo.
Pero para lograrlo, hay una tarea pendiente: “Nos está costando mucho que salgan chicas. En Francia y Japón hay muchas muy buenas. En algo nos estamos equivocando y tenemos que potenciar que salgan más chicas aquí también”.
Texto: Eliseo García.
Fotos: Mondelopress.com